La tertulia de febrero será recordada como la que más se ha debatido, quizá por el tema, quizá porque veníamos predispuestos o tal vez por las diferentes intervenciones de los contertulianos que propiciaron el debate.
Hubo bellos poemas y breves relatos que nos trasladaron a las infancias de Ramón, Juan, Mercedes, Mª José... La emotividad nos sacudió cuando Álvaro alternaba recitado y canción en un poema dedicado a su mujer y cuando Puri tomo las riendas de la copla. Los poemas de Larisa fueron leídos por Lola, la operación de Fali les impidió asistir.
Y mientras, sonaban los versos de poetas consagrados a cargo de José Mari, Paco y Lola, y los propios de: José, Joaquín, Ricardo, Mª Carmen y Rosario.
Además, como siempre, pudimos deleitarnos con el vídeo preparado para la ocasión por Lola e incluso hubo quienes bailaron la canción de Karina "El Baúl de los recuerdos"
A continuaciónel
relato de Mª José Solano. Nos gustaría poner los demás, podéis enviárnoslo al
correo: tertuliapuertaabierta@gmail.com.
Llave
Sobre mis
retinas se han quedado latentes las imágenes de aquella casa.
Abro la puerta que conecta con los entresijos
del alma y me parece estar de nuevo escuchando la voz de la abuela
“Rosario”, que con ese ingenio característico acompañado con grandes dosis de humor, era capaz de robarle
a nuestros corazones una sonrisa.
El aroma a
jazmín se cuela por las ventanas inundando de luz una sala de parar que se deja
acariciar furtivamente con nuestro primer beso, ese que nos dimos cuando
todavía éramos unos chiquillos. No puedo contradecir a mis sentimientos cuando
embargado por la nostalgia, me lleva a
transitar de nuevo por aquel cuarto, intentando rescatar tus hermosas palabras,
el brillo embriagador de tu mirada, la caricia en ese despertad del cuerpo fiel
reflejo contenido de alegría que inunda los aromas emergentes de la
juventud.
No quiero
olvidar, esa llamada de cariño de la “tata Mari” recordándonos que se hacía tarde
para volver de nuevo al instituto, ni el ritmo de la melodía que recorría por
tu piel al ritmo de tu primer verso.
Sobre el
recuerdo se han quedado las sonrisas de
mañana, las confidencias en esa hora del atardecer, el nerviosismo de no
encontrar el traje apropiado o no tener el peinado correcto, un capítulo que
abarca estupendas posibilidades añadidas, que escala fronteras y que tiene la
inmensa suerte, que no lo puede destruir el tiempo.
Apresurado
afán por colaborar con la tarea, subía distraída por una empinada escalera donde entre las ropas de tender me
esperaba, tu último beso.
Dedicado a esos seres entrañables que
compartieron un día con nosotros la vida, también a ese primer amor que nunca
envejecerá, ni morirá en nuestro corazón.