El pasado día 29 se celebró la undécima tertulia PUERTA ABIERTA, dedicada, en esta ocasión, a la MADRE.
Contamos, además de los asiduos, con la asistencia Antonio Velázquez (El Nono), padre de Paco Velázquez, que también recitó un poema.
Asimismo, Yolanda García Ares quiso celebrar junto al resto de los asistentes, su cumpleaños y nos trajo dos bandejas de estupendos pasteles, y les cantamos el cumpleaños feliz.
A partir de una charla que entablamos al principio de las lecturas, comentamos diferentes aspectos del tema.
Al final, nos hicimos la tradicional foto de familia.
A continuación podemos leer varios de los poemas leídos.
MAMÁ
Que sola me dejas, que vació infinito
sin tu cariño, sin tus riñas, sin tu
amor,
que dolor siento madre mía
cuanto se nota, la falta de tu calor
a veces estabas triste a veces alegre,
a veces regañona otras besucona
pero nunca me dejaste de querer,
que pena, madrecita que mis ojos ya no
te ven,
te has ido de este mundo
con el radiante sol del mediodía
pero en mi triste corazón
solo tormenta y lluvia había,
¡Que pena, sentí madre, que pena sentí
ese día!
Isabel María Cañuelo (Larisa)
A MI MADRE
Muchas gracias, madre
por la vida que me diste
por tus caricias y mimos
por protegerme siempre
Me amamantabas en la cárcel
cuando te encerraron los guardias
por robar bellotas en la dehesa
para quitarnos a todos el hambre
Siempre me defendiste
de propios y extraños
Mis defectos ocultaste,
venías a casa cada año
Y cuando en aquél hospital
sentiste las fuerzas muy escasas
me pediste de manera especial
que te llevara a morir a tu casa
Y allí, una fría noche de
enero,
entubada y con mucho miedo
te fuiste en mis brazos, mi cielo.
Ay Madre, ¡cuanto te quiero!
Juan Pan
MAMÁ
Que ni bodas ni bautizos
te nublen los ojos,
madre.
Que nosotros, tus hijos,
más que nunca somos
a tu lado.
Que ahora siendo yo
padre,
mis manos se abren de amor
cuando los brazos
te claman cariño.
Y tú, mamá,
que yo niño...
te nublen los ojos,
madre.
Que nosotros, tus hijos,
más que nunca somos
a tu lado.
Que ahora siendo yo
padre,
mis manos se abren de amor
cuando los brazos
te claman cariño.
Y tú, mamá,
que yo niño...
MANOS QUE ACARICIAN MADRE
Manos que solo acarician
y transmiten mucho amor,
tiernas dulces y suaves
como el bello algodón.
¡Pero de quien son las
manos que hacen que me deje
acariciar!
Son las manos de mi madre
que me hacen emocionar.
Manos que me dieron vida
en mi infancia y juventud,
ánimos y muchas ilusiones
me cubrían de hermosa luz..
Manos cuando me
abrazaban
yo me sentía protegida,
confortada y muy segura
entre las manos de mi madre
querida.
Manos que ya no te tengo
ni volverás acariciarme,
cuánto añoro tu contacto
¡acaríciame mi madre!
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
¡AY MADRE!
¡Ay madre! querida madre
siempre te quise cantar,
una bella melodía
para endulzar tu vida
y darte felicidad.
Un día en tu cumpleaños
te canté un trocito de
canción,
con tanto amor y cariño
salió de mi corazón.
Pero nunca tuve voz
para cantar melodías,
tú si que cantabas bonito
al llegar el nuevo día.
Pero deseo mamita
cantarte un bello bolero,
de los que a ti te gustaban
y que dicen, yo te quiero.
Mi melodía madrecita
es un bello canto de amor,
a tu sonrisa y tu mirada
y a tu inmenso corazón.
Desde un almendro en flor
o, desde un rosal del jardín,
con cantos de pajaritos
te dedico mi melodía,
ellos me ponen la música,
para que tu seas feliz.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
Poetisa del Amor.
FELICIDADES MAMÁ
Viendo de flor colmarse mi camino
desde tu vientre ya sentía tu amor,
los aromas me invadían en tu sangre
feliz yo me sentí al darme la vida con dolor.
Madre tierna que acaricia y me protege
en mi infancia tú eras mi refugio,
me amamantabas de tu divino cuerpo
me cantabas con tu dulce arrullo.
Cuando estuve enfermita me cuidaste `
pasabas la noche velando mis sueños,
fuiste madre entregada y cariñosa
abrazada a tu cuerpo era mi deseo.
De mayor eras madre comprensiva
me dabas tus besos y bellos consejos,
qué feliz yo me sentía en la vida
para mi, mi madre era lo primero.
Pero un día Dios se acordó de ti
y de mí no tuvo compasión ni piedad,
te llevó a su lado en breves días
y quedé muy triste en mi soledad.
Aunque hace años que marchaste
siempre estás en mi corazón,
te adoro madrecita de mi alma
en mi vida fuiste una bendición.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
PARA
LAS MADRES
Madre
sol naciente de vida.
Madre
del amor eres tú su cautiva.
Como
la flor del campo
que
en la tierra está prendida.
Tú
me besaste en la frente
dándome
tu calor y sentido
y
mis ojos brillaron
por
sentirme de ti tu hijo.
Bendigo
las noches
cuando
tú me cobijas
dormido
me quedo
esperando
en la mañana
tu
diluvio de besos.
Madre,
la vida que con tu pasión
y todo
tu amor das
es
un pozo de toda sabiduría.
Pozo
inagotable, de amor y paz.
Madre
eres tú todo amor
un
amor sin condición
de
tus hijos eres la razón
razón
para vivir
vivir
en tu seno
y
para siempre, tu amor sentir.
Madre,
camino de toda vida
camino
de incansante caminante.
Lágrimas
de sangre la han de brotar
a todo
los que una madre
quisieran maltratar.
Maltrato
que a una madre
Las
lágrimas de llanto y de pena
de
su corazón, le harían manar.
Madre, por siempre deberías
tú
vivir, y que nunca
te
tuvieras que ir
se
les partiría el corazón
si
alguno de tus hijos no
oyera
más tu voz…
Madre,
tus besos para mí
son
una bendición
sin
ellos en mi corazón
este
mundo, sería una prisión
un
inhóspito lugar
por
todos los mares
del
mundo, he de navegar
por
sentir tu corazón
y
tus mejillas, con mis labios
volver a besar.
Madre,
cuando la vida
se
me haya de terminar
y
de este mundo, me tuviera que marchar
besando
tu carta, y cogido de tu mano
este
último recorrido
quisiera
comenzar.
¿Qué
aman las madres?
Son
madres amantes de sus hijos
madres
soñadoras
madres
que cantan nanas
cuando
al despertar un nuevo día
nos
besan al compás
de
una nueva aurora.
Son
madres para todos sus hijos
hijos
que están solos, que están lejos
lejos
de su corazón y el mundo
gira
y gira, y ellas no ven la razón.
Mujer,
tú eres la madre
y
vives con tus hijos, día tras día
y
nunca pierdas de tu vida
tu
amor, tu sonrisa y tu alegría.
Y
al final de todo
Dios
no podía estar
en
todas partes
y
es por eso que.
¿Dios
creó a vuestra madre, a todas las madres?
JOAQUÍN
HERRERA
LA NIÑA QUE PIDIÓ LA LUNA
Siempre
me ha gustado escribir realidades, sueños o ilusiones; situaciones reales
o imaginadas, pero estaba parada
no era capaz de sacar de mi, ni una sola palabra que pudiera resultar en nada y
os quiero mostrar un trozo de algo que escribí dedicado a mi
dulce hija Ruth, esa niña maravillosa que desde que nació le dio sentido a la
palabra AMOR y que de una forma u otra siempre ha sabido dar y dar a su madre
para que la soledad no fuera algo que la entristeciera.
A solas
con su mama tomando el sol en el jardín, le preguntó -¿Por qué la luna no se
cae del cielo? ¿Está cogida de un hilo? ¿Tu serías capaz de cogerla para
tenerla yo un ratito?- Alicia acostumbrada a las preguntas de Violeta empezó a
elaborar una contestación adecuada para que la niña lo entendiera.
- Mira
cielo te acuerdas cuando me preguntaste por Dios. Pues yo siempre he creído que
todo lo que nuestros ojos puedan ver ha sido creado por algo que le llamamos
“Dios” o podíamos llamarle de cualquier otra forma. La belleza de una flor, un
árbol, un animal cualquiera que podamos encontrar, la hierba que pisan nuestros
pies, el agua que recorre los ríos y los mares, el sol saliendo por la mañana
para calentarnos y escondiéndose a media tarde, las nubes que de vez en cuando
aparecen en el cielo azul para dejar agua, esa que nos da vida como pasó con el
árbol del cuento que te conté un día, la luna y las estrellas que nos dan esa
luz que si solo existiera el sol no tendríamos. ¿Qué cómo está sujeta? No
sabría contestar pero ¿de verdad la quieres tener por un ratito? Porque
recuerda que todos la necesitamos ahí para que nos acompañe por las noches.
- Sí
respondió la niña.
- Pues
esta noche la tendrás.
La niña
se pasó toda la tarde esperando que la noche llegara y cuando el sol
desaparecía por el horizonte, se acercó a su mama y le dijo:
- Mama
¿es el momento de poder tener la luna? El sol se fue.
- Si,
le dijo su madre.
Alicia
agarro un barreño grande que utilizaba cuando la ropa salía de la lavadora y lo
lleno de agua, fue situándolo en el jardín hasta que la luna quedó reflejada
dentro.
La cara
de la pequeña irradiaba felicidad, sus ojos brillaban como nunca a su tierna
edad, miraba la luna y miraba a su madre a la vez. Acabó abrazando a su madre y
las lagrimas salían de sus dulces ojos verdes, gracias, gracias repetía una y
otra vez apretando con sus pequeños bracitos cada vez más fuerte a Alicia.
LOLA FONTECHA
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